Tuesday, October 31, 2006

Con cada movimiento lo invitaba a su cuerpo, aquella mirada fiera la delataba, era ella, él lo sabía, aunque no pudiese ver su rostro y sólo sus ojos se asomaran tras el velo. La brisa le refrescaba el cuerpo, le movía la falda y el velo. Él sentado del otro lado de la sala quería raptarla, apagar las velas y esconderla, guardarla para sí donde nadie más la pudiese querer.

Ella continuaba su danza de amor, su danza animal. Sonaba la musica y ella se movía como una serpiente, de pronto el ritmo del tambor le hacía temblar las caderas y su vientre algo hinchado palpitaba, era un terremoto, era la calma del agua que no tenía, era un volcán en erupción su maravilloso cuerpo envuelto en tela rojiza. Era ella, que ocultaba su rostro y su cabellera, era a ella a quien debía matar cuando muriera la noche, pero a esa hora indeterminada, entre la tenue luz de las estrellas y algunas velas sobrevivientes, él diseñaba un plan para salvarla.

Friday, October 27, 2006

un poco de esto que me tiene pensando

Fue una noche cualquiera, en un sueño, cuando me di cuenta de lo que me pasaba.
Me desperté entonces con la sensación de haber vivido aquello, el ardor en los labios y cosquillas en el alma, porque un beso cuando es correspondido provoca regocijo.

Confusa aún, atando cabos sueltos lo descifré. A aquellos labios los busqué tímida, a escondidas de aquellos que nos miraban. Fue el roce de mis dedos con los suyos, sin nada más que comentar bajo aquella lluvia de mentira, que me acerqué. Quizá quise decirle algo, quizá, y ya de puntillas traté de alcanzarlo en su altura, dejándome llevar por el instinto más sabio.

Los labios se hicieron cosquillas, se humedecieron de risa, de temor y de pena, compartieron el sabor de fruta madura, de guayaba tierna, de mango pintón. Y aquella mañana me di cuenta que sentía algo por él.

Friday, October 20, 2006

AVISO,ANUNCIO

¡Mi gente!, aprovecho este momento para:
1- agradecer sus comentarios. De verdad gracias a todos por comentar, estoy muy pendiente de ustedes y en lo posible trato de visitarlos.

2 - y aquí viene la mala noticia, esta semana no publicaré por una razón, estoy en plena semana de exámenes y pues... se me complica un poco la cosa, quizá con suerte logre publicar algunas cositas que hice para algunas materias , con un poco más de suerte publique algunas fotos, pero tooodo eso a partir del viernes que viene.

Ya, para finalizar les comento que por acá - por el monte como le dicen algunos- todo está más caliente que nunca, de repente se va la luz, nos quedamos a oscuras y luego comienza una tormenta eléctrica al estilo spilberg. Además de eso... todo igual, la próxima semana es halloween, yo me quiero disfrazar de¿ femme fatale, tú de qué te vas a disfrazar?

Sunday, October 15, 2006

tercera semana

Un beso a todos!, por primera vez publico un inicio de semana-todo un logro- por ahora vuelvo a la normalidad y mis alas vuelven a acariciar los aires del delirio, el amor, el deseo y la poesía... ahora los dejo con un poco de amor agridulce.

Isa

hallway

Me piensas, me miras, me buscas y me piensas.
Te pienso,
Con la curiosidad de un gato te busco,
Te miro sin mirarte, te sonrío sin sonreírte.

Y así andamos,
Nos encontramos de pronto
-¿Será el destino?-
Te escondes de mis ojos
Me escondo de tu mirada

Pero cada vez que camino en tu dirección o tu caminas en la mía
-Recuerdo tu nombre-
Te regalo una sonrisa, procuro verte
-Me miras-
Te quedas en un sitio donde puedas verme partir.

Te fuiste
Te perdí por ahora.
De eso estoy segura porque sé que un día de estos mirarás mi melena
No será aquí, ni seré como ahora
Pero me verás
Te preguntarás quién soy y cómo me llamo
Te repetirás que te parezco conocida
Y tu cerebro brillante no localizará mi rostro.

Yo te miraré
Las pupilas se dilatarán de golpe
Se asomará una sonrisa a mis labios
Porque te encontré

Luego haré ese gesto coqueto
Mirándote sin remordimiento
Lanzando el anzuelo en espera de que piques

Y entonces pasará.

III

Tengo sida dijo April dejándose caer en el sillón de la sala, sus padres que veían televisión tardaron unos segundos en entenderlo. Ella había pasado toda la tarde tratando de entenderlo ella misma, siempre había sido muy cautelosa con todo, no fumaba, no bebía, no era promiscua; se dedicaba a aumentar su promedio académico para entrar en una de las universidades más prestigiosas del país y de repente tenía sida.

¿Qué dijiste? Dijo la madre viendo a su hija, serena en un sillón, casi ajena a sus propias palabras. Tengo sida, el doctor Burns me contagió, contagió a otros cuatro también. Los padres se miraron, se levantaron de golpe y fueron hasta ella. Fue su padre quien reaccionó de la peor manera, la sacudía como si fuese una muñeca dañada e intentara arreglarla de ese modo. De pronto todo era gritos y desesperación, ella escuchaba todo desde lejos. Pensaba en sus sueños, en su vida y en la última visita al odontólogo. ¿Cuándo habría sido?, ¿aquella última vez o la primera vez que la atendió?, ¿qué la habría hecho la víctima perfecta para él? ¿Sus sueños? ¿Por qué tendría que morirse enferma de esa manera?

Iban en el auto, Joseph había buscado a su nieta Lauriel al colegio. Mary lo esperaba fuera del hospital Santa Esperanza. Cuando llegó su mujer se montó en el carro sin decir nada, no saludó a su nieta ni lo besó en la mejilla. ¿Qué pasa? Le preguntó él a ella, no dijo nada, con disimulo se secó una lágrima y le dijo llevemos a la niña. No hablaron más.
Cuando llegaron a casa, ella subió las escaleras, bajó 20 minutos más tarde, se sirvió una copa de vino y le dijo a su marido tengo sida. El odontólogo me contagió. A la misma hora en el centro de la ciudad un hombre firmaba una carta en su oficina, a los cinco minutos se escuchó una detonación.

Wednesday, October 11, 2006

Segunda semana

Blogueros! esta semana ha sido de locos, estoy FULL de cosas para la univ, no me dio tiempo publicar el lunes :( y sólo ahora encuentro espacio para hacerlo. El contenido de la semana es un poco diverso, un poco intenso y algo profundo. Por ahora cero amor.

Besos a todos
-estos sí, con amor-

Desahogo

Escribo esto como parte de una catarsis. Me siento mal, físicamente me duele el cuerpo, estoy tensa. Anímicamente me siento peor, hastiada de niñerías de otros, del pesimismo, del egocentrismo, de la incomprensión. En conclusión estoy arrecha.

Dentro de poco me tocará prestar el servicio comunitario, por disposición de la ley, la mencionada ley contempla que las universidades planifiquen una inducción para los estudiantes participantes. ¿Sabes que difícil es ver que dentro de un salón de clase haya tantas formas de pensar? y más difícil aún es tratar de entender que no les importe un bledo la realidad que los rodea.

Después de pelear contra la mayoría -que no acepta que tiene que hacer el servicio - me siento cansada. Cansada de pensar por qué no miran lo que le pasa al que no tiene nada, triste porque lo harán por obligación, frustrada porque su pesimismo es contagioso y arrecha porque no debería de ser así.

Quizá sea utópico pensar que cambiaremos el mundo, pero después de tanta charla y tanta estadística estoy convencida de que algo puedo hacer, de que a alguien puedo enseñar a pescar y algún día, quizá los hijos de mis hijos vivirán en una sociedad de exitosos.



II

¿Están todos aquí?- preguntó la jefa de salud del estado a su secretaria,

Sí señora.

Muy bien.

En el salón de conferencias estaban sentadas las 50 personas. Algunas se habían visto antes, otras se conocían y el resto no se había visto jamás. Estaban angustiados por el llamado, algo parecía no andar bien. La jefa de salud entró al lugar.

Buenos días a todos, dijo, lamento llamarlos de esta forma, es necesario que todos se sometan a exámenes de sangre. El doctor Joseph Burns, su odontólogo, murió hace dos días, lo encontraron muerto en su departamento y fue a causa del virus del sida.

Los murmullos no se hicieron esperar, todos comentaban algo con el vecino. Disculpen, alzó la voz la doctora, el señor Burns dejó una carta en la que anunciaba haber contagiado a 5 de sus pacientes. No dejó nombres ni direcciones.

El mundo se les fue abajo. Todos se miraron con horror, palidecieron; El salón se volvió un quejido colectivo, una negación infinita. Los más devotos improvisaron una plegaria, otros estaban en shock. Una mujer embarazada, abrazó a su panza lagrimeando. De pronto nada era seguro.

En medio de la conmoción los ex pacientes del doctor Burns seguían las instrucciones y se acomodaban para tomarse la muestra de sangre. Pase por acá señora, dijo el enfermero y preparó la aguja. La anciana miró como el líquido corría por el tubo, espesa, le temblaban las manos, no sabía si allí se alojaba el virus, si moriría enferma.

Miró hacia fuera unas veinte personas esperaba. Estaba una muchacha de no más de 15 años, otro señor que parecía padre de familia, una mujer fumando nerviosa. Todos tenían la mirada perdida, parecían llorar hacia dentro.

Tuesday, October 03, 2006

Primera semana

¡Hola a todos! me detengo a saludarlos y as advertirles que el contenido de esta semana está estrechamente vinculado a una especie de torbellino de pensamientos y de experiencias vividas. Un poco de todo pues.

Sin más que escribir-no me viene nada más a la mente- ¡Les mando un beso!

I


El ascensor se detuvo en el piso 10, Roberta salió del aparato, cruzó a la derecha en dirección al apartamento 10 C, a medida que se acercaba un olor pestilente se hacía más espeso. Llegó al apartamento, tocó el timbre. La espera la mareaba, el olor se había tornado tan irrespirable que estuvo por vomitar cuando se abrió la puerta.

La saludó Ana, pero Roberta entró enseguida en busca de aire limpio, lo encontró. ¿Qué te pasa? Le preguntó Ana, Roberta aún nauseabunda le contó del olor que circulaba en el pasillo. ¡Parece olor a muerto! Dijo asustada. Ana salió.

El olor penetró por sus pulmones como gas tóxico, era olor a carne podrida. Recorrió el pasillo, el hedor provenía del apartamento 10 D, el del doctor. Llamó al timbre varias veces, nadie contestó. Se metió en seguida al 10 C, llamó al 911 y en pocos minutos la policía y la morgue estaba en el sitio.

Mire esto sargento, le dijo el forense. En sus manos había una carta que parecía escrita por el fallecido; el sargento la leyó con rapidez, miró a su alrededor y contempló todo perfectamente ordenado en la decoración minimalista, sólo un objeto desencajaba en el sitio, el emblema gay en la cabecera de la cama.

¡Maricón!, dijo el sargento entre dientes, si era cierto lo que decía en la carta 5 personas inocentes estaban condenadas a muerte.

Se enciende la televisión, los gritos histéricos de una mujer en apuros apuñalan mi sueño. Abro los ojos, me inclino y apago el televisor. Ahora el escándalo de los loros batiendo sus alas, dándoles la bienvenida al día no me deja dormir.

Tengo que lavar pienso automáticamente, y como si la idea flotara aislada me despido de ella. El sueño me vence y me hundo en sus aguas para de pronto encontrarte; es tu misma voz la que me habla, los mismos brazos los que me abrazan, te siento humanamente presente, más alto que antes, diferente.

Entonces despierto y recuerdo que tengo que lavar la ropa, me pregunto qué hora será, pero no me muevo, sigo aferrada a la almohada.

Un último suspiro

Mientras les escribía mi despedida recordé aquellos momentos que nos hicieron reír, -como cuando bailamos hips don’t lie dentro del carro ¿te acuerdas Sela?- los buenos (las comelonas en mi casa, siempre pasta con salsa Juliette) y los malos momentos ( los regaños necesarios en los momentos justos).

Ahora que se van- o mejor dicho que se fueron- el grupo no será el “telerín” que era antes, el único que sobrevivió a los embates del tiempo, los semestres filtros, los horarios y la codicia de quienes nos rodeaban. Amigas, esta vez escribo en calma, más allá de la emoción de la despedida, procesado todo lo que no les dije.

Les escribo en este espacio porque son parte de mi vida, admiro la valentía que tuvieron al irse y no lo puedo negar, siento un poco de pesar porque no fui tan valiente como ustedes. Esta vez se enfrentan a lo desconocido, pero no deberían temerle porque no están solas, se tienen la una a la otra para apoyarse en esa selva civilizada que no es tan diferente como la que dejan acá.

Les deseo el mayor de los éxitos en este nuevo rumbo y que nuestra amistad perdure en el tiempo, que sigan los bailes, las comelonas, los regaños, las sesiones de psicoanálisis y las risas, por sobre todo las risas.

El jueves escuché la voz de la tierra, el quejido profundo de sus entrañas. Parecía el zumbido de un moscardón multiplicado mil veces, era su voz histérica, harta de abusos y de maltratos.

Tembló, todo bajo nosotros se agitó violentamente. Las lámparas chocaron entre sí, el agua dejó de estar en calma, los animales chillaron de miedo, aquellas personas que lo sintieron comprendieron la rabia, se minimizaron ante la amenaza. Algunos corrieron como si ese fuera su salvavidas, otros rezaron para que la estructura no cediera y la tierra no abriera su bocaza ardiente.

Poco duró la pataleta, pero aquel que lo sintió recordará con exactitud lo que estaba haciendo, el temor que le invadió al saber que la tierra se batía con aquella fuerza, la conmoción que le causó enterarse que sólo somos humanos.

Adiós Corleone

Cayó al suelo cubierto de tierra seca, podrida de sangre. Sintió el punzante dolor que le causaba el recuerdo de sus mujeres, sus amadas víctimas y se desplomó.

La historia de sus antepasados lo persiguió en su final, la gloria de su padre, la sed de venganza de sus ancestros, la necesidad animal de matar para resolver los conflictos, de confundir la sangre con vino, de defender el honor y sobre todo a la familia.

Su sombra se volvió más densa con los años, la experiencia lo volvió sabio, en su final fue envidiablemente poderoso y marginalmente amado. Cada una de las mujeres que lo amó sufrió un destino fatal, sirvieron de escudo en su sentencia de muerte. Sólo una agonizó, murió de miedo y de decepción mirándolo a los ojos, viendo su grandeza y el terror de su destino.

ACerró los ojos, cedió junto al peso de sus culpas, entregado a la muerte y tratando de saborear el último baile con ellas, el calor de sus manos, el susurro al oído, la sonrisa en los labios. Terminó su gloria, en un remoto paraje siciliano entre olivos secos y perros callejeros El Padrino se pudría en el suelo.