Friday, January 19, 2007

"no hay enemigos pequeños"
no recuerdo quièn lo dijo, pero tiene razón

La historia que les prometí :)

Me sorprendió entender en milèsimas de segundos lo que sucedía. En la oscuridad de la habitación nada se veía, pero cuidadosamente mi mano palpó el arma que me había atacado. La aguja de tejer (crochet) nº 7 sobresalía de mi nalga derecha. Entró limpia, suave, no es lo que se siente con una inyección, era diferente,sentí como cuando se le hunde el tenedor a un pollo crudo, era esa sensasiòn ausente de dolor.

"¡Ouch!" dije, y al poco tiempo tenìa a mi madre ojerosa, en pijamas escandalizada por el accidente. Unos pocos minutos de paz antes de comenzar la odisea y fue entonces cuando comencé a reir. Era incontrolable la risa que me causaba la situación, miré la hora 1 am del 24 de diciembre "¿qué dirán las enfermeras cuando me vean entrar con esta emergencia?" pensaba una y otra vez, entonces imaginaba un capítulo de E.R y volvía a reír.

El camino a la clínica fue corto, me atendieron de inmediato. Las enfermeras incrédulas me preguntaban còmo había sucedido, entonces les contaba que me iba a acostar en la cama cuando se me enterrò la aguja. LLamaron al internista de turno-que por cierto no estaba- èste dijo por tlf que me esperara hasta la mañana para sacarme la aguja en el quiròfano.

Los ojos de mi madre se pusieron como platos, la mandìbula de mi padre se cerrò con fuerza y a mi cabeza llegaba lejana una canción conocida. "No me digas que los mèdicos se fueron ohhhhohhhohhh" comencé a cantar de repente, por un lado mi papà reclamaba y por el otro mi madre trataba de darme consuelo.

Después de gritos, reclamos y palancas -como todo en éste país- consiguieron a un internista que me fuese a atender. Mientras él llegaba me dieron un paseo por rayos x y el trayecto fue tan gris que por un momento pensé que iba a la morgue. En la salita de rayos x me atendió una señora, parecía güara, simpática; despuès de hacer el 4 ,acostada boca abajo, tomaron la foto del crimen (jaja) el arma letal estaba muy cerca de la pelvis.

"¡No te muevas"! me dijo la señora y justo entonces sentí ganas de orinar. Nuevamente en la camilla de la sala de emergencia esperaba impaciente que sacaran la aguja, con las cortinas cerradas no podía ver al mèdico que me atenderìa, mayor fue mi sorpresa cuando al verlo creí estar frente a José Gregorio Hernández.

A este punto ya la noche parecía un sueño, el mèdico me saludó amable y me explicó que sería un procedimiento ambulatorio. No lo niego las anestesias dolieron un poco pero el resto no dolió, de hecho ni lo sentí y 20 minutos más tarde salí corriendo al baño con una curita coqueta en la nalga.

El mèdico se fue, lo vi alejarse con las manos hacia atrás, muy despacio , de pronto esperè que se abriera el cielo y se lo llevara de regreso a su paraíso pero no sucedió, o quizás sí, no lo sé, la enfermera me llevó de regreso a la sala para colocarme la vacuna antitetànica y no pude ver nada más.

De todo lo ocurrido aprendí que :1. tengo que sacudir la cama antes de dormir -sì, lo sè- ; 2. la risa es el remedio infalible, ¡hasta quita el dolor!; 3. Dios nunca te abandona.. ¡de pana!

Tuesday, January 09, 2007


Por hoy no escribiré nada
Dejaré que mi pensamiento vuele
Esperaré como amante abandonada a que mi musa regrese
Sólo por hoy... eso espero