Pasos mojados, la lluvia a ratos tenue, a ratos intensa, el cielo densamente gris. Inanimados los rostros de la gente, era como una película en blanco y negro, no había colores fuertes, sólo pálidos matices esa mañana de mayo. Nadie sospechó que aquellos eventos revelarían algo, sólo uno, horas más tarde se atrevería a decir que lo vio venir.
La muerte en extremos opuestos, el padre que se rendía ante una enfermedad dolorosa y el novio que dejaba de existir de golpe. La hija incrédula ante una madre que repetía “murió esta mañana” y la novia desconsolada que a gritos decía “no”, en un lamento que se multiplicaba con el eco de su voz.
Fue una mañana de mayo, en la que el cielo anunció la noticia llorando sobre nosotros antes, aún, de que amaneciera.

EN EL SUR
Cerró los ojos. La tarde aún ardiente fue apagando su fuego poco a poco, de pronto sintió un beso en la mejilla, despertó y miró a su lado, no había nadie, pero el nombre de él le llegó a la cabeza, por instinto miró hacia la puerta abierta, se marchaba el aura dorada de aquel hombre, miles de kilómetros lejos de ella.

EN EL NORTE
Cruzaba una calle desconocida por él, abría una puerta , dentro alguien dormitaba. Allí estaba, ella, la mujer que deseaba en la distancia, quiso despertarla y darle un beso, tocar su rostro, susurrarle al oído que estaban juntos por primera vez, pero no lo hizo, prefirió observar el vaivén de su respiración, el cabello suelto que le cubría la espalda y su mano entrecerrada reposada en la almohada.

Se sentó en un pequeño mueble, en silencio miró cada parte de ella, su espalda frágil , los pies desnudos, sus labios gruesos y aquellos hermosos ojos cerrados; la quería, pero tenía que marchar. Luego de un tiempo impreciso, se acercó a ella, suspiró, con suavidad acarició su mejilla, susuró un te quiero a su oído, y le dejó un beso...tenía que marchar antes de que se cerrara la puerta.

Una bonita iniciativa, apóyala