Hace días que veo tu sombra seguirme, despacio, silenciosa, dulce. Me besa la frente y me repite tu nombre. Acaricia mis manos, se enreda en mi cintura.
Susurra el mismo mensaje intermitente devolviéndome a la época en que te miraba sin mirarte, al mismo momento en el que torpemente sorprendía a tus ojos asombrados, cuando todo aquel ritual moría en tus labios.
¿O allí comenzaba la guerra? y retabas a mi tímida boca, sorprendiéndote luego con una hazaña mía, estremeciéndote.
De camino a casa me presigue tu sombra, ésta vez pasa entre los arbustos y sonrío, parece que olvido los días de espera y tus silencios infinitos.