De comidas
Sabía a cartón, esa fue la primera impresión de la hambrienta estudiante al llevarse el ponqué de marca que compró en el cafetin. Leía un libro, no le prestó atención al involuntario acto de abrir el paquetito y pellizcar el perfecto ponqué de vainilla.
Lo observó, estaba segura que antes lo había comido y recordaba la sensación de la masa desmoronándose en su boca, llenándole los orificios nasales del dulce aroma de la vainilla; sufriendo luego por aquellos rebeldes que se depositaban en sus dientes y le arruinaban la sonrisa.
Ése no era el mismo, no se hundía y ascendía lentamente como los ponqué hechos en casa, parecía más bien un trozo de goma espuma, verificó la fecha de vencimiento y aún faltaba un mes para que supiera peor.
Entonces lo miró con tristeza, no se lo volvería a llevar a la boca, siguió leyendo en silencio, con las tripas retorciéndosele en ese mediodía de octubre.
8 Comments:
Ponques.
¿Sabes que los de marca nunca saben igual? Deberías, bueno, ya lo sabes.
Jejeje :P
nunca nunca... no compres marinela es horrible!!!!!
un relato corto pero muy bien contado. Lindo espacio.
Un beso,
no hay como los recien horneados. :D
Fel.
Estoy de pasada a leer todo aquello que no hubiese leido antes, dejo un extenso saludo y las buenas noches..
"...verificó la fecha de vencimiento y aún faltaba un mes para que supiera peor."
Genial, sencillamente genial...
Un besote
hola!!
maya: gracias por visitarme, tu blog es intenso, por cierto.
Fel: en eso tienes razón, son los mejores!!!
P.P: Peeeepeeeeeee!!!! me encanta que hayas regresado, te extrañé mucho!
Lémur: ratoooonnnciiitoooo, un besote para tí tambien!!!
No sabes la tristeza que me despierta tu relato, me regresa a mi infancia, cuando el mundo se reducía a una golosina y se volvía una decepción de repente, sin explicación...
A veces me pasa, a veces la decepción me vuelve un niño pequeño....
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