Tuesday, September 25, 2007

El olor de hombre se adentraba por su nariz, atolondrándola; aquellas manos grandes amenazaban con no dejarla ir, con detenerla y llevarla al cielo estrellado a través de pasajes ocultos de su anatomía.
Cada terminación nerviosa vibraba al contacto con él. El calor corría por sus caderas, el beso se volvía intenso y los labios un territorio muy pequeño para el amor.
Hundía los dedos en su nuca y reía de nervios, reía de miedo por no saber lo que hacía y en un momento de duda huyó.

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