Yo digo que si...

... tu insistes en que no, así que mejor lo dejamos a la casualidad; porque sucederá que en una transitada calle cuando yo no esté mirando tú me verás. Sorprendido, apurarás el paso esperando alcanzarme, pero luego, antes de poder siquiera cruzar un saludo te detendrás y darás media vuelta.
Entonces, yo te veré marchar y me preguntaré si eres tú, lentamente, trataré de alcanzarte, y, bajito, llamaré a tu nombre. Te detendrás.
Porque albergabas la esperanza de que esto sucediera, porque aunque diste marcha atrás aguzaste el oido, escuchando hasta el crugir de la tierra bajo tus pies, esperando siempre escuchar mi voz.
Y en ese momento, cuando yo te haya llamado, voltearás falsamente sorprendido, fingiendo que no te importa verme, tal como lo haría yo, si hubieses llamado a mi nombre en un sitio donde sólo tú podrías conocerme.