Tropezones del destino

Si los recuerdos son olas que vienen y se van con el viento, o con el destino, ayer chocó contra mí el recuerdo de aquel niño de ojos verdes que estudiaba 5to grado y de quien -a mis siete años- estaba perdidamente enamorada. Es impresionante la manera en que aún me sonroja pronunciar su nombre y la risita boba que me ataca cuando me acuerdo de él.

Hace más de 10 años que no nos vemos, en mi memoria sigue irguiéndose su figura delgada, su cabello cobrizo y la inolvidable malta caracas para el desayuno. Ayer cuando reconocí a su madre chiquita y simpaticona en un centro comercial, me pregunté si alguna vez él se acordará de la niña de 2do grado que le sonreía en el recreo y que jugaba con él en la rueda, entre la polvareda de tierra seca y los gritos de otros niños.