Lo miró roncar a su lado, sumido en sueño tan pesado como su cuerpo. Ocupaba el 60% de la cama King's size que compartían desde hacía más de 25 años, y desde la primera noche se había instalado del lado derecho del aposento, apoderado del control remoto de la televisión y recientemente del split que la despertaba cada noche en la madrugada.

Fue una de esas noches cuando lo descubrió, el frío glacial la obligó a levantarse a orinar, entonces escuchó los susurros de su marido ; se acercó a la puerta, entonces escuchó el leve rumor de un "te deseo". Se quedó en el sitio, apoyada a la pared tratando de entenderlo todo, sintió naúseas, vomitó.

No supo cuanto tiempo estuvo en el baño ni cuantas veces se dijo que era una pesadilla, cuando regresó a la cama él seguía allí roncando. De eso hacía más de dos meses, ahora su marido estaba enamorado de otra y no lo ocultaba, se escapaba a hoteles en horas de trabajo, "la otra" mandaba recaditos durante la cena y ella se había convertido en una especie de madre preocupada por su hijo rebelde.

Le rezó a cuanto santo había, la casa se volvió una capilla improvisada, probó el aceite de afrodita, la cebolla sancochada y cuanto ritual aprobaba la religión católica. Esa noche lo miró roncar despreocupado -seguro se la cogió otra vez- pensó con rabia , fue entonces cuando despertó su fiera interior-a la culebra se mata por la cabeza-pensó y sin remordimientos tomó su almohada abandonada.