Monday, July 31, 2006

Vives

Estás anclado a mi memoria como aquel poema de Pablo Neruda, el que repito en momentos de ocio, el mismo que parafraseo en mi soledad.

Te convertiste en un mal hábito, eres el pasado que añoro, el tiempo que perdí, lo más bonito que me ha pasado, lo que tuve y dejé ir.

No se por qué te llevo en el alma y por qué no hay otro igual a ti, aquí en mi tiempo presente, el que vivo y desearía vivir junto a ti.

Saturday, July 29, 2006

Cartas de amor y la casa del lago

Acabo de ver la casa del lago. Sinceramente estoy enamorada de la película y muy dentro de mí deseo que algo así sea posible.

La historia es hermosa, simple y romántica; la forma de dibujar la trama es particular, están cerca pero lejos al mismo tiempo, solos pero acompañados, necesitados de palabras de amor no de cursilería puteada. La película capta la esencia misma del amor, ésos pequeños detalles, las cosas simples y profundas que nos llenan la vida, que decidimos compartir con ese “alguien” que las recibe y aprecia en serio, que se adueña de ellas y las ama como nosotros mismos.

Nos asoma a ese amor que deberíamos tener siempre y las cartas de verdad, las que nos presentan a través de la caligrafía y el color de tinta, aquellas que olemos en un intento por acercarnos a nuestro remitente, las que besamos, releemos y guardamos como tesoro.

Quisiera que algo así fuese real, y por si acaso:

Querido Sr. Inquilino:

Aprecio que lea esta nota, estoy en el año 2006, si tiene algo que escribirme déjeme un comentario.

Atte: Isa

Wednesday, July 05, 2006

Entre un señor gordo y la entrepierna de un desconocido

Un sábado de mundial, luego de la derrota garota en el afán por economizar y salir pronto de una parada casi desierta, tomé un autobús que se asomaba a mi vista como un ángel blanco y azul. Estaban casi todos los asientos ocupados, encontré uno vacío al final del pasillo, tuve suerte porque de pronto el pequeño espacio estaba totalmente lleno de personas de diferentes edades y contexturas que se sujetaban de cualquier forma provocando el calor colectivo.

Antes de llegar a la parada de altavista había salido del fondo del autobús, estaba cómodamente ubicada en la tercera hilera de asientos, del lado del pasillo porque odio pasarle por encima a la gente para poder salir; justo en esa parada empezó a sobrecargarse el vehículo. La ruta era la de los olivos- toro muerto, tendría que quedarme en la churuata y caminar 4 cuadras hasta mi casa.

Los que entraron primero se sentaron, los que no, les tocó viajar parados al final del pasillo deseando que otro se bajara en la parada siguiente. A mi lado se sentó un señor gordo que me robaba un poco de espacio, ante la incomodidad critiqué en silencio la ineptitud del Ministerio de Transporte, o el de la propia alcaldía que dejaba a los ciudadanos con semejante déficit de unidades de transporte; miraba a mi alrededor, hombres, mujeres y niños por igual, viajando como sardinas en una hojalata inservible con un conductor grosero y en época de bonanza petrolera.

Volví a la realidad al sentir que las piernas de alguien se apoyaban en mi brazo izquierdo, pronto noté que no era la pierna sino la entrepierna de un hombre que rozaba intermitentemente su sexo a mi brazo, pues por el pasillo salía y entraba gente de la parada. Sentí asco y el impulso de empujarlo lejos de mí, pero no podía hacer nada; intenté rodarme hacia la derecha pero el señor gordo me lo impedía, me volteé un poco y logre escapar de la horrible sensación.

Entonces pensé en lo que el hombre estaría pensando o sintiendo. ¿Estaría cómodo con la situación? ¿Lo habría hecho a propósito? En este mundo de locos ¿qué estaría pensando? Por suerte se acercaba mi parada y pude huir de aquel tipo a quien jamás le vi el rostro y de aquellos que como yo viajaban en el medio más barato y menos cómodo de la ciudad.